Salud!
Buscaré los Adler esos, no me suenan. Relativamente cerca del curro hay tres tiendas gordas de música, me da tiempo a la hora de comer. El otro día, en una de ellas probé una de las recomendaqciones de Miguel, los Atelier Z (tenían cuatro o cinco). Joder, qué bien hechos están, la verdad, molan mucho. Pero son muy, muy caros.
Tengo fotos de varios Stick, pero los tenían en expositores y me dio palo pedir uno.
La verdad es que ERB casi no he visto, Gonzo. De hecho, pocas cosas de más de 4 cuerdas he visto, aquí parecen de lo más tradicionales (Fender, Fender, Fender, Fender, Fender). En la tienda CARA (se llamaba Bass Show, creo recordar) sí había 6 cuerdas y cosas así.
Lo que hice el otro día fue pasarme una hora y pico en una tienda probando baterías electrónicas, qué maravilla. Tenían un montón de ellas, de todas las gamas, todas enchufadas y con sus cascos. Joer, estos japos sí que se lo saben montar.
Ya pondré fotos de los músicos callejeros, que se lo curran un huevo. O son el grupo completo (con batería incluso, o percusión diversa) o son un guitarrista o teclista con acompañamiento automático completo, voz procesada, etc. Igualito que el de la guitarra de Madrid, vamos. Y siempre con carteles del grupo o artista, CDs a la venta, toda la pesca. En general, el nivel es muy alto, todos los cantantes que he escuchado por la calle lo hacían de puta madre (dentro de su estilo, habitualmente tontipop).
Me hacía mucha ilu traerme un bajo japonés, así que después de una última ronda de comprobaciones entre bajos japos (Aerodyne, Jazz Japan, Bacchus, Edwards, Legend) me pillé un Bacchus serie media (los tienen desde 150 euros hasta 2500). Los baratunos tenían un acabado repugnante, la verdad, y los rojos que me molaban se me iban a 800 y pico euros, así que me pillé uno de la serie Craft, 4 cuerdas elixir 105-45, con trastes, negro, con veta vista y golpeador blanco perlado (horrible). Cuerpo y mástil de arce, diapasón de... no lo sé ahora, es negro con bloques blancos, pero creo que no era palorrosa). Las pastillas son de Bacchus, volumen-volumen-tono, se puede tirar del tono para arriba y suena más áspero y fuerte). Fui a comprar golpeadores (negro y otro blanco para decorarlo), pero en todas partes solo tenían Fender, a 55 euros la pieza. Al final encontré unos cutrongos en una tienda de ESP, pero es necesario mecanizarlos un poco, como mínimo para el "bujero" del alma. Al final la cosa estaba entre uno con cuerpo de arce y otro de fresno (las únicas palabras en inglés que conocía el dependiente, "ADLA, ADLA, MEIPA, MEIPA"), y al final... me sonaban exactamente igual. Me pillé el que tenía el golpeador más bonito (el otro era tortoise, espantoso). Quería decorar el golpeador blanco con la bandera japo con los rayos rojos, pero me dicen que representa al Japón imperialista y está muy, muy mal visto. Me costó hacerle entender al tío que me llevaba el bajo. En un momento dado de frustrante incomprensión intercultural extiende la mano izquierda y yo, que no sabía lo que quería decirme, se la estrecho. Y no, no era eso, al parecer quería que le devolviera el bajo. Y yo, I want to buy it, I'm taking this one, y que nada. Y es como en las series americanas, que al enfermo lo acompañan a la calle en silla de ruedas (aunque allí para evitar denuncias). Después de meterlo en el gigbag, me acompaña hasta la calle y no me entrega el bajo hasta que ya estoy fuera. Entonces, reverencias sin fin, arigatós para todos, etc. ¡Dame mi bajo, coño! :DD
Ya vine con sobrepeso (en la maleta, el mío es inherente), y con el bajo voy a tener que dejar aquí casi toda mi ropa, los libros que traje, la mochila, todos los botes...
Y voy a poner en práctica las sabias enseñanzas de Richar Bona sobre el transporte de bajos en el aeropuerto. ¡Tiembla, Narita!
Yo ahora ando contando el dinero que me queda, para salir lo más pelado posible. Voy a tener que ir cambiando euros que traja día a día.
El día a día... ahora es un coñazo. Arriba a las 8:45, reunión con los otros traductores abajo, desayuno a base de plátanos del Pororoca (nuestro fiel supermercado), caminata hasta la estación de Iidabashi, viaje a Shinjuku, al tropel hasta el edificio Pfeizer y a encerrarse ocho horas y pico a corregir bugs que nos envían y que vamos detectando. Pero es que, si ves que en el juego falta una coma, por ejemplo, tienes que rellenar un informe de la hostia explicando dónde está el fallo, qué pasos hay que dar para reproducirlo en la máquina, describirlo, indicar qué es lo que aparece, indicar qué debería aparecer, comprobar si es un fallo que podría aparecer en los demás idiomas y, por fin, rellenar seis o siete casillas indicando la categoría de error, el número de ROM, el código de gravedad, la ROM en la que aparecerá arreglado, etc. Cuando por fin subes eso a la base de datos, vas al archivo maestro... y escribes la coma que falta. Y luego a pegarte con los revisores externos, que justifican su sueldo buscando fallos hasta debajo de las piedras y que intentan colar fallos que no existen, como el de hoy, que me dice que "Acaso sería mejor no intentarlo" es incorrecto e incomprensible en español. Y tú le dices que se meta su bug por el culo, y él te responde amablemente, y así te pasas varios reports de chanza y sana camaradería.
A medio día, comida en el lugar más exótico o barato (según el día). Hoy hemos ido a un indio. He salido con los dedos apestando a curry y la garganta abrasada del picante.
Al salir por la noche ya poco podemos hacer, yo suelo pasearme por Shinjuku un rato (hoy, tiendas de manga y manga cafés, donde pagas para meterte en un cubículo con vídeos y tebeos que pillas de los estantes y, supongo, cascártela viendo dibujos de niñas en pelotas), y luego venir al apartamento a cenar cualquier cosa del Pororoca o un fiel sándwich de tortilla. En mi caso, traduzco mis libros de arquitectura, aparte del curro de diario. Pero vamos, que los demás también se recluyen, acabas bastante petado.
El jueves morning tengo visita al Museo Ghibli, del estudio de las pelis de Totoro, Chihiro y demás, y quiero volver a Akihabara a sumergirme en el frikismo total por última vez. Y el jueves noche tenemos despedida en el bar de un americano de por aquí.
Las 2 de la mañana y tengo que acabar de corregir un archivo. Ommmmmmmm.