Hace siglos que no me paso por aquí, lo de la constancia no es lo mio con estas cosas...
Además siempre que vengo es para ponerme intenta (que plastita soy a veces) y precisamente el título del post es uno de los motivos por los que no pasó por aquí en largas temporadas.
Es algo de lo que he sido consciente hace poco, no sabía muy bien porque me pasaba esto con la música...
El caso es que el otro día hice una publicación en mi instagram personal, a modo de desahogo simplemente y he recibido muchos mensajes de músicos diciéndome que sentían algo parecido. Os adjunto el texto directamente, no es nada del otro mundo, pero mi pregunta es: es esto normal? Lo sentimos todos? Esa sensación de ser un fraude y esa relación amor-odio con el instrumento que tan bien te lo hace pasar es habitual?
En mi caso, a parte de la lesión, supongo que es un tema de mucha inseguridad personal (me afecta en otros aspectos), pero me gustaría saber como lo viven más músicos.
Mojaos y contadme por favor, apoyémonos en nuestra locura jajaja

Este es el texto en cuestión:
"La primera vez que cogí este instrumento fue hace 7 años, y la conexión que sentí fue instantánea, esa vibración de las frecuencias graves me atrapó por completo.
La música siempre ha sido una parte esencial de mi vida, y hasta ese momento no entendí porque mis aptitudes musicales eran tan nulas, entonces supe que ese era el instrumento que esperaba.
Durante estos siete años, he sentido muchas cosas nuevas y enriquecedoras: he conocido a mucha gente, he sabido lo que se siente al tocar en un grupo, ver como los dedos se fortalecen y como funcionan casi como algo ajeno al resto de tu cuerpo, como el instrumento acaba formando parte de tu anatomía...
También he pasado cuatro de esos siete años con una lesión en la mano increíblemente dolorosa que a penas me dejaba hacer vida normal, he pasado temporadas de jornadas laborales de 10 horas que no me permitían tocar, muchos grupos que no han cuajado, repercusiones exageradas para las que no estaba preparada y comentarios hirientes que no venían a cuento. He sentido una inseguridad tremenda y un síndrome del impostor constante.
Todo esto ha hecho que mi relación con el bajo sea muy compleja, a temporadas lo cojo en cuanto tengo cinco minutos y a veces paso semanas sin acercarme a él. A veces cuelgo una canción que he sacado media hora antes y a veces tardo meses en mostrar algo.
No soy bajista, ni lo pretendo. Se que no soy profesional y que fallo en muchísimas cosas. Aún así intento aprender todo lo que puedo.
Pero al final, solo toco el bajo, porque me llena, me hace feliz y lo siento una parte de mi. Y porque la música, aunque no sea músico, me ha dado la vida desde que tengo uso de razón, y así seguirá siendo."